Síguenos en:

Síguenos en Twitter Siguenos en Facebook Siguenos en Google+ Siguenos en por RSS

jueves, 26 de junio de 2014

Efectos auditivos y no auditivos del ruido sobre la salud

Lo que casi nadie conoce aunque casi todos padecenMuchos de los efectos no auditivos del ruido ambiental resultan ignorados por desconocimiento. Consecuencias metabólicas, cardiovasculares y psíquicas de un grave problema social.

Dres. Basner M, Babisch W, DavisA
Lancet 2014; 383: 1325–32






Introducción

Los seres humanos están programados para considerar los ruidos como posibles fuentes de peligro. El ruido, definido como un sonido indeseado, es un contaminante cuyos efectos sobre la salud se han descuidado. Si la exposición al ruido es crónica y supera ciertos niveles, los efectos sobre la salud son negativos.

Estos efectos se reconocieron por primera vez en ámbitos laborales, como las fábricas de tejidos, donde el ruido intenso se asoció con hipoacusia inducida por el ruido. El ruido en el lugar de trabajo es el tipo de exposición al ruido que ha sido más estudiada.

Posteriormente las investigaciones se ampliaron al ruido social (eg, en bares o a través de reproductores de música personales) y el ruido ambiental (eg, ruido de las calles, ferrocarriles y aviones y de la construcción industrial). Estas exposiciones al ruido se vincularon con diversos efectos no auditivos sobre la salud, como fastidio, trastornos del sueño, enfermedad cardiovascular y deterioro del rendimiento cognitivo en niños.

El ruido es ubicuo en el entorno urbano y cada vez hay menos lugares silenciosos. Por ello, conocer los efectos del ruido ocupacional y ambiental es importante para la salud pública.

"El ruido es la principal causa prevenible de hipoacusia"

Efectos sobre la salud auditiva

Hipoacusia inducida por el ruido
El ruido es la principal causa prevenible de hipoacusia. La hipoacusia inducida por ruido puede ser causada por una exposición única a una ráfaga de ruido intenso (como un tiro), o por exposición prolongada a ruidos constantes con presiones de sonido superiores a LA 75–85 dB—eg, en ámbitos industriales.

La característica patológica de esta hipoacusia es la pérdida de las células sensitivas auditivas cocleares. Debido a que estas células ciliadas no se regeneran, la única opción para conservar la audición es prevenir la hipoacusia inducida por el ruido.

La hipoacusia que no permite comprender lo que se habla en situaciones cotidianas puede afectar mucho la vida social. También afecta el rendimiento cognitivo y disminuye la atención. Asimismo, los accidentes y las caídas se asocian con hipoacusia no diagnosticada.

La hipoacusia inducida por ruido es un problema de salud pública. Global Burden of Disease 2010 estimó que 1300 millones de personas sufren hipoacusia, que contribuye en el 13o lugar a los años globales vividos con discapacidad (YLD por las siglas del inglés).

La hipoacusia de comienzo en la adultez no relacionada con alguna enfermedad específica fue responsable del 79% de los años globales vividos con discapacidad YLD por hipoacusia. En los EEUU y Europa, el 26% de los adultos sufren un trastorno auditivo bilateral que afecta su capacidad de oír en ámbitos ruidosos. La OMS estima que el 10% de la población mundial está expuesta a niveles de presión sonora que podrían causar hipoacusia.

El acúfeno- cambio en la percepción del sonido, tal como campanilleo o zumbido, que no proviene de ninguna fuente externa- a menudo aparece a continuación de la exposición aguda o crónica al ruido y puede persistir durante mucho tiempo. A menudo el acúfeno se acompaña de hipoacusia, lo que sugiere que ambos comparten vías fisiopatológicas comunes.

Hipoacusia inducida por ruido en el lugar de trabajo
La hipoacusia inducida por exposición al ruido en el lugar de trabajo continúa siendo un problema y es la enfermedad laboral más frecuente en los EEUU.

Muchos países tienen leyes que especifican los niveles máximos de exposición y exigen evaluación del ruido, audiometrías periódicas, equipos protectores y controles, destinados a proteger tanto a los trabajadores como al público de la exposición al ruido excesivo.

Hay debates internacionales sobre el nivel exacto de exposición al ruido en ámbitos industriales que implica riesgo de daño auditivo. En el Reino Unido (RU), las regulaciones de 2005 fijan el nivel de acción en LAeq8h 80 dB (protección disponible) y 85 dB (protección obligatoria).
La US Occupational Safety and Health Administration (OSHA) promueve normas menos estrictas y fija el límite de exposición permitida en LAeq8h 90 dB. No obstante, los empleadores deben implementar un programa de conservación de la audición si los trabajadores están expuestos a niveles superiores a LAeq8h 85 dB. Otras ocupaciones, como la de músico o la de aquéllos que trabajan para el ejército, también contribuyen considerablemente a la carga global de hipoacusia inducida por ruido.



Exposición al ruido social

El ruido excesivo a menudo se acepta como parte del ámbito recreativo. Aunque en el lugar de trabajo el ruido disminuyó desde principios de la década de1980, la cantidad de jóvenes con grados importantes de exposición al ruido social se triplicó desde entonces.

Un conjunto creciente de investigaciones está evaluando el riesgo de hipoacusia en adolescentes debido al empleo de reproductores de música personales. En un estudio, el 66% de los adultos jóvenes que concurrían a clubes nocturnos o conciertos de rock informaron efectos auditivos o acúfenos temporarios. Se necesitan productos más seguros y campañas de salud pública para reducir el riesgo de hipoacusia debida al empleo de reproductores personales.

Hipoacusia inducida por ruido y la edad
La exposición a diferentes tipos de ruido desde la infancia podría tener efectos acumulativos sobre la disminución auditiva en la adultez. Evidencia creciente indica que factores sociales y biológicos tempranos podrían afectar la audición en la mediana edad. La frecuencia de hipoacusia está muy relacionada con la edad, aunque aún no se sabe bien cómo interactúan el ruido y la edad.

Los datos disponibles sugieren que cambios patológicos debidos a la exposición temprana al ruido aumentan considerablemente el riesgo de envejecimiento del oído interno y por ende de hipoacusia. Factores como el consumo de alcohol, el tabaquismo y la hiperglucemia también se asocian con la hipoacusia relacionada con la edad.

Adelantos científicos y otras estrategias terapéuticas
En los últimos 5 años, varios estudios aumentaron el conocimiento de las causas y los factores que afectan la sensibilidad a la hipoacusia inducida por ruido. Se acepta que ésta es el síntoma de una enfermedad compleja producida por la interacción de factores genéticos y ambientales.

La predisposición hereditaria podría explicar hasta el 50% de la variabilidad de la hipoacusia tras la exposición al ruido. Se progresó mucho en el conocimiento de los mecanismos moleculares involucrados en el daño de las células ciliares y del nervio. Investigaciones recientes que emplearon células madre para recuperar el circuito sensorial dañado en la cóclea están en etapa muy temprana, pero podrían llevar a posibles estrategias terapéuticas. Se está prestando más atención a los riesgos de la exposición a alto nivel de ruido y a los medicamentos ototóxicos, que pueden afectar las estructuras del oído interno y los nervios auditivos.

Según investigaciones, el estrés oxidativo podría contribuir al daño de las células cocleares; los antioxidantes, como el glutatión, mejoraron la hipoacusia inducida por ruido en animales y podrían prevenirla en seres humanos.



Diagnóstico de la hipoacusia inducida por ruido

Las pruebas de emisión otoacústica son un importante adelanto tecnológico para la evaluación auditiva. Las emisiones otoacústicas son la liberación de energía acústica de la cóclea, que se puede registrar en el conducto auditivo externo.

La prueba de emisión otoacústica se emplea para identificar problemas auditivos en neonatos y niños pequeños. Hall y Lutman señalaron que esta prueba fue el doble se sensible que la audiometría para detectar un cambio en el umbral auditivo y sugirieron que podría mejorar el control para la hipoacusia inducida por ruido en el lugar de trabajo. Un estudio longitudinal sugirió que las emisiones otoacústicas podían indicar cambios inducidos por ruido en el oído interno no detectados por la audiometría.

"El fastidio debido al ruido se puede acompañar con respuestas negativas, como ira, disgusto, agotamiento y síntomas relacionados con el estrés"

Efectos no auditivos sobre la salud


Fastidio

El fastidio es la respuesta más frecuente en una población expuesta al ruido ambiental. El fastidio debido al ruido se puede producir cuando éste interfiere con las actividades, los sentimientos, los pensamientos, el sueño o el descanso cotidianos y se puede acompañar con respuestas negativas, como ira, disgusto, agotamiento y síntomas relacionados con el estrés. En las formas graves, afecta el bienestar y la salud. Los investigadores recogieron datos importantes sobre el fastidio en personas expuestas al ruido en sus hogares y de los que dedujeron las relaciones exposición- respuesta (eg, para las turbinas eólicas).

Enfermedad cardiovascular
Estudios de laboratorio a corto plazo en seres humanos, así como estudios a largo plazo en animales proporcionaron mecanismos biológicos y verosimilitud a la teoría de que la exposición prolongada al ruido ambiental afecta el sistema cardiovascular y causa enfermedades (entre ellas hipertensión, cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular [ACV]).

La exposición aguda a diferentes clases de ruidos se asocia con estimulación del sistema neurovegetativo y del sistema endócrino. En los estudios se observó repetidas veces que la exposición al ruido aumenta la presión sistólica y diastólica, cambia la frecuencia cardíaca y genera la liberación de hormonas de estrés (catecolaminas y glucocorticoides).

La exposición crónica puede causar desequilibrio en la homeostasis del organismo (carga alostática), que afecta el metabolismo y el sistema cardiovascular, con aumentos en factores de riesgo cardiovascular comprobados, como la presión arterial, los lípidos en sangre, la viscosidad sanguínea y la glucemia.

Estos cambios aumentan el riesgo de hipertensión y arteriosclerosis y se relacionan con episodios graves, tales como infarto de miocardio y ACV. Estudios de epidemiología laboral y ambiental mostraron mayor prevalencia e incidencia de enfermedades cardiovasculares y mortalidad en grupos muy expuestos al ruido.

Se efectuaron metanálisis para evaluar cuantitativamente el vínculo exposición-respuesta para el ruido causado por el transporte (tráfico callejero y aviones) y sus efectos sobre la salud (hipertensión y cardiopatías isquémicas, como el infarto de miocardio).Se obtuvieron aumentos del riesgo del 7% - 17% por aumento de 10 dB en nivel equivalente de ruido LAeq. El sexo y la edad actuaron como modificadores del efecto.

Rendimiento cognitivo
Los mecanismos propuestos para explicar los efectos del ruido sobre la cognición en niños son, entre otros, dificultades de comunicación, disminución de la atención, trastornos del sueño, indefensión aprendida, frustración, fastidio por el ruido. Los investigadores sugirieron también respuestas de estrés psicológico como mecanismo, porque las estrategias de afrontamiento de los niños están menos desarrolladas que en los adultos.

Las zonas con niveles altos de ruido ambiental con frecuencia tienen carencias sociales y los niños de estas zonas tienen peores resultados en las pruebas cognitivas que los niños no expuestos a carencias sociales. Por ello es necesario tener en cuenta la situación socioeconómica al evaluar las asociaciones entre la exposición al ruido y la salud y la cognición.

Más de 20 estudios mostraron que la exposición al ruido ambiental tiene efecto negativo sobre el aprendizaje y el rendimiento cognitivo en niños y que aquéllos con exposición crónica a los ruidos de aviones, automóviles o ferrocarril tienen menor capacidad para la lectura, menos memoria y peor desempeño en las pruebas nacionales estandarizadas que los que no están expuestos al ruido en la escuela.

Estos efectos se demostraron también en el estudio RANCH, con 2844 niños de 9-10 años de escuelas cercanas a los aeropuertos de Londres, Amsterdam y Madrid. El aumento de LAeq 5 dB en la exposición al ruido de aviones se asoció con un retraso de 2 meses en el nivel de lectura en niños en el RU y de un mes en los de los Países Bajos.

Las recomendaciones de la OMS (WHO Community Noise Guidelines) sugieren que el nivel de presión sonora del ambiente no debe sobrepasar de LAeq 35 dB en la escuela.

"Los seres humanos perciben, evalúan y reaccionan a los ruidos ambientales, aún dormidos."

Alteraciones del sueño
Las alteraciones del sueño constituyen el efecto no auditivo más perjudicial de la exposición ambiental al ruido, porque se necesitan suficientes horas de sueño tranquilo para la lucidez y el funcionamiento durante el día, para la calidad de vida y la salud.

Los seres humanos perciben, evalúan y reaccionan a los ruidos ambientales, aún dormidos. Niveles máximos de presión de sonido de sólo LAmax 33 dB pueden inducir reacciones fisiológicas durante el sueño, entre ellas, activación vegetativa, motora y cortical (eg, taquicardia, movimientos corporales y despertares). Ancianos, niños, trabajadores en turnos rotativos y aquéllos con un trastorno del sueño prexistente son grupos de riesgo para las alteraciones del sueño inducidas por ruido.

Los despertares repetidos inducidos por ruido interfieren con la calidad del sueño, a través de cambios en la estructura del mismo, tales como retraso en el inicio del sueño y despertares tempranos, disminución del sueño profundo (ondas lentas) y de los movimientos oculares rápidos y aumento del tiempo de vigilia y de las etapas de sueño superficial.

Los efectos a corto plazo de las alteraciones del sueño inducidas por ruido son trastornos del estado de ánimo, aumento de la somnolencia diurna y disminución del rendimiento cognitivo. Los resultados de estudios epidemiológicos indican que la exposición nocturna al ruido podría ser más importante para el surgimiento de problemas de salud alejados, como la enfermedad cardiovascular, que el ruido diurno.

En 2009, la OMS publicó las Recomendaciones sobre ruido nocturno para Europa, un consenso de especialistas con cuatro grupos de exposición al ruido nocturno, según sus efectos negativos para la salud, que iban desde ningún efecto importante hasta aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular). WHO considera los niveles de ruido nocturno inferiores a LAeq, afuera 55 dB como un objetivo provisional y 40 dB como un objetivo a largo plazo para prevenir los efectos sobre la salud inducidos por ruido.

Ruido hospitalario
Un gran metanálisis de los niveles de ruido en el hospital indicó un aumento de alrededor de LAeq 10 dB desde la década de 1960, siendo en la actualidad más de LAeq 15–20 dB mayor que el recomendado por la OMS. El ruido hospitalario por lo tanto podría ser una amenaza creciente para la rehabilitación de los pacientes y el desempeño del personal.

El ambiente en los hospitales, especialmente en las unidades de cuidados intensivos, se caracteriza por ruidos que se producen irregularmente que empeoran la evolución del paciente. Los neonatos, los pacientes con hospitalizaciones prolongadas y los ancianos tienen mayor riesgo de sufrir los efectos del ruido.

La interrupción del sueño es la queja más común de los pacientes relacionada con el ruido. Según un estudio, los ruidos más molestos fueron las alarmas de las bombas de infusión intravenosa y las llamadas del teléfono. Hay evidencia creciente de efectos negativos del ruido sobre el personal, en especial para las enfermeras, en quienes el estrés inducido por ruido se vinculó con agotamiento (burnout), disminución del bienestar y del rendimiento laboral.

La mejor acústica, como los cielorrasos que absorben el ruido, son factores importantes para el rendimiento del personal y la disminución del estrés laboral. Se recomienda disminuir el nivel de ruido ambiental y el volumen de ruido de las llamadas telefónicas por la noche para mejorar la recuperación de los pacientes.

Conclusiones

En esta revisión se señala que los efectos no auditivos del ruido ambiental sobre la salud son diversos, graves y muy frecuentes, debido a la exposición generalizada. Es importante por eso regular y disminuir la exposición al ruido ambiental a fin de mitigar sus consecuencias negativas sobre la salud. Las campañas educativas para niños y adultos pueden promover conductas que eviten y también que reduzcan la exposición al ruido y mitigar así las consecuencias negativas sobre la salud.



Referencias

1 Hughes RW, Jones DM. Indispensable benefi ts and unavoidablecosts of unattended sound for cognitive functioning. Noise Health2003; 6: 63–76.
2 Basner M, Müller U, Elmenhorst EM. Single and combined effects of air, road, and rail traffic noise on sleep and recuperation. Sleep 2011; 34: 11–23.
3 Stansfeld S, Haines M, Brown B. Noise and health in the urban environment. Rev Environ Health 2000; 15: 43–82.
4 Mied ema HME, Oudshoorn CGM. Annoyance from transportation noise: relationships with exposure metrics DNL and DENL and their confidence intervals. Environ Health Perspect 2001; 109: 409–16.
5 Muze t A. Environmental noise, sleep and health. Sleep Med Rev 2007; 11: 135–42.
6 van Kempen E, Babisch W. The quantitative relationship between road traffic noise and hypertension: a meta-analysis. J Hypertens 2012; 30: 1075–86.
7 Søre nsen M, Andersen ZJ, Nordsborg RB, et al. Road traffic noise and incident myocardial infarction: a prospective cohort study. PLoS One 2012; 7: e39283.
8 Stansfeld SA , Matheson MP. Noise pollution: non-auditory effects on health. Br Med Bull 2003; 68: 243–57.
9 Babisch W. E xposure to environmental noise: risks for health and the environment. Workshop on “sound level of motor vehicles”, Directorate General for Internal Policies of the European Parliament, Brussels, 2012. http://www.europarl.europa.eu/
document/activities/cont/201205/20120524ATT45762/20120524ATT45762EN.pdf (accessed July 11, 2013).
10 Karpa MJ, Gopinath B, Beath K, et al. Associations between hearing impairment and mortality risk in older persons: the Blue Mountains Hearing Study. Ann Epidemiol 2010; 20: 452–59.
11 Vos T, Flax man AD, Naghavi M, et al. Years lived with disability (YLDs) for 1160 sequelae of 289 diseases and injuries 1990–2010: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2010. Lancet 2012; 380: 2163–96.
12 Fuente A, H ickson L. Noise-induced hearing loss in Asia. Int J Audiol 2011; 50 (suppl): S3–10.
13 Oishi N, Sc hacht J. Emerging treatments for noise-induced hearing loss. Expert Opin Emerg Drugs 2011; 16: 235–45.
14 Fritschi L, Brown AL, Kim R, Schwela DH, Kephalopoulos S, eds. Burden of disease from environmental noise. Bonn: World Health Organization, 2011.
15 Davis A, El Refaie A. The epidemiology of tinnitus. In: Tyler R, ed. Tinnitus handbook. Hampshire: Cengage Learning, 2000: 1–23.
16 National In stitute for Occupational Safety and Health (NIOSH): noise and hearing loss prevention, 2013. http://www.cdc.gov/niosh/ topics/noise/ (accessed July 11, 2013).
17 Verbeek JH, Kateman E, Morata TC, Dreschler WA, Mischke C. Interventions to prevent occupational noise-induced hearing loss. Cochrane Database Syst Rev 2012; 10: CD006396.
18 Stationery Office. The Control of Noise at Work Regulations, 2005. http://www.legislation.gov.uk/uksi/2005/1643/contents/made (accessed July 11, 2013).
19 Lutman ME, Davis A, Ferguson M. Epidemiological evidence for the effectiveness of the noise at work regulations, 2008. http://www.hse.gov.uk/research/rrpdf/rr669.pdf (accessed July 11, 2013).
20 Schmidt JH, Pedersen ER, Juhl PM, et al. Sound exposure of symphony orchestra musicians. Ann Occup Hyg 2011; 55: 893–905.
21 Jansen EJM, Helleman HW, Dreschler WA, de Laat JA. Noise induced hearing loss and other hearing complaints among musicians of symphony orchestras. Int Arch Occup Environ Health 2009; 82: 153–64.
22 Muhr P, Ros enhall U. The influence of military service on auditory health and the efficacy of a Hearing Conservation Program. Noise Health 2011; 13: 320–27.
23 Yankaskas K . Prelude: noise-induced tinnitus and hearing loss in the military. Hear Res 2013; 295: 3–8.
24 Smith PA, D avis A, Ferguson M, Lutman ME. The prevalence and type of social noise exposure in young adults in England. Noise Health 2000; 2: 41–56.
25 Scientific Committee on Emerging and Newly Identified Health Risks (SCENIHR) of the European Commission. Potential health risks of exposure to noise from personal music players and mobile phones including a music playing function, 2008. http://ec.europa. eu/health/ph_risk/committees/04_scenihr/docs/scenihr_o_017.pdf
(accessed July 11, 2013).
26 Twardella D , Perez Alvarez C, Steffens T, Fromme H, Raab U. Hearing loss in adolescents due to leisure noise. The OHRKAN study. Bundesgesundheitsbla 2011; 54: 965–71.
27 Liang MJ, Z hao F, French D, Zheng YQ. Characteristics of noise-canceling headphones to reduce the hearing hazard for MP3 users. J Acoust Soc Am 2012; 131: 4526–34.
28 Ecob R, Rus s S, Davis A. BMI over the lifecourse and hearing ability at age 45 years: a population based study. Longit Life Course Stud 2011; 2: 242–59.
29 Davis A, Sm ith P, Ferguson M, Stephens D, Gianopoulos I. Acceptability, benefi t and costs of early screening for hearing disability: a study of potential screening tests and models. Health Technol Assess 2007; 11: 1–294.
30 Kujawa SG, Liberman MC. Acceleration of age-related hearing loss by early noise exposure: evidence of a misspent youth. J Neurosci 2006; 26: 2115–23.
31 Campo P, Ve net T, Rumeau C, et al. Impact of noise or styrene exposure on the kinetics of presbycusis. Hear Res 2011; 280: 122–32.
32 Sliwinska-K owalska M. Contribution of genetic factors to noise-induced hearing loss. In: Griefahn B, ed. 10th international congress on noise as a public health problem of the international commission on biological eff ects of noise, London, UK, 2011. http://www.icben.org/proceedings.html (accessed July 11, 2013).
33 Chen W, Jongkamonwiwat N, Abbas L, et al. Restoration of auditory evoked responses by human ES-cell-derived otic progenitors. Nature 2012; 490: 278–82.
34 Campo P, Ma guin K, Gabriel S, et al. Combined exposure to noise and ototoxic substances: European Agency for Safety and Health at Work (EU-OSHA), 2009. https://osha.europa.eu/en/publications/literature_reviews/combined-exposure-to-noise-and-ototoxicsubstances (accessed July 11, 2013).
35 Johnson A-C, Morata TC. The Nordic Expert Group for Criteria Documentation of Health Risks from Chemicals: Occupational exposure to chemicals and hearing impairment. Gothenburg, Sweden, 2010. https://gupea.ub.gu.se/bitstream/2077/23240/1/gupea_2077_23240_1.pdf (accessed July 11, 2013).
36 Le Prell CG , Dolan DF, Bennett DC, Boxer PA. Nutrient plasma levels achieved during treatment that reduces noise-induced hearing loss. Transl Res 2011; 158: 54–70.
37 Le Prell CG , Spankovich C. Healthy diets and dietary supplements: recent changes in how we might think about hearing conservation. In: Griefahn B, ed. 10th International Congress on Noise as a Public Health Problem of the International Commission on Biological Eff ects of Noise, London, UK, 2011. http://www.icben.org/proceedings.html
 (accessed July 11, 2013).
38 Campbell KC M. Oral pharmacologic otoprotective agents to prevent noise-induced hearing loss (NOISE-INDUCED HEARING LOSS): when dietary concentration isn’t enough. In: Griefahn B, ed. 10th International Congress on Noise as a Public Health Problem of the International Commission on Biological Eff ects of Noise, London, UK,
2011. http://www.icben.org/proceedings.html (accessed July 11, 2013).
39 Lutman ME, Hall AJ. Novel methods for early identification of noise-induced hearing loss. Sudbury: HSE Books, 2000. 40 Lapsley Mil ler JA, Marshall L, Heller LM, Hughes LM. Low-level otoacoustic emissions may predict susceptibility to noise-induced
hearing loss. J Acoust Soc Am 2006; 120: 280–96.
41 Ohrstrom E, Skanberg A, Svensson H, Gidlof-Gunnarsson A. Effects of road traffic noise and the benefi t of access to quietness. J Sound Vibrat 2006; 295: 40–59.
42 Fields JM, De Jong RG, Gjestland T, et al. Standardized general purpose noise reaction questions for community noise surveys: research and a recommendation. J Sound Vibrat 2001; 242: 641–79.
43 Fidell S, M estre V, Schomer P, et al. A first-principles model for estimating the prevalence of annoyance with aircraft noise exposure. J Acoust Soc Am 2011; 130: 791–806.
44 Janssen SA, Vos H, Eisses AR, Pedersen E. A comparison between exposure-response relationships for wind turbine annoyance and annoyance due to other noise sources. J Acoust Soc Am 2011; 130: 3746–53.
45 Babisch W. Cardiovascular effects of noise. In: Nriagu JO, ed. Encyclopedia of Environmental Health. Burlington: Elsevier, 2011: 532–42.
46 Lusk SL, Gillespie B, Hagerty BM, Ziemba RA. Acute effects of noise on blood pressure and heart rate. Arch Environ Health 2004; 59: 392–99.
47 Babisch W. Cardiovascular eff ects of noise. Editorial. Noise Health 2011; 13: 201–04.
48 van Kempen EEMM, Kruize H, Boshuizen HC, Ameling CB, Staatsen BAM, de Hollander AEM. The association between noise exposure and blood pressure and ischemic heart disease: a meta-analysis. Environ Health Perspect 2002; 110: 307–17.
49 Tomei G, Fioravanti M, Cerratti D, et al. Occupational exposure to noise and the cardiovascular system: a meta-analysis. Sci Total Environ 2010; 408: 681–89.
50 Davies H, van Kamp IV. Noise and cardiovascular disease: a review of the literature 2008–2011. Noise Health 2012; 14: 287–91.
51 Huss A, Spoerri A, Egger M, Röösli M, for the Swiss National Cohort Study Group. Aircraft noise, air pollution, and mortality from myocardial infarction. Epidemiology 2010; 21: 829–36.
52 Sør ensen M, Hvidberg M, Andersen ZJ, et al. Road traffic noise and stroke: a prospective cohort study. Eur Heart J 2011; 32: 737–44.
53 Gan WQ, Davies HW, Koehoorn M, Brauer M. Association of long-term exposure to community noise and traffic-related air pollution with coronary heart disease mortality. Am J Epidemiol 2012; 175: 898–906.
54 Babisch W, Kamp I. Exposure-response relationship of the association between aircraft noise and the risk of hypertension. Noise Health 2009; 11: 161–68.
55 Babisch W. Road traffic noise and cardiovascular risk. Noise Health 2008; 10: 27–33.
56 Evans GW. Child development and the physical environment. Annu Rev Psychol 2006; 57: 423–51.
57 Evans G, Hy gge S. Noise and performance in adults and children. In: Luxon L, Prasher D, eds. Noise and its eff ects. London: Whurr Publishers, 2007.
58 Hygge S, Ev ans GW, Bullinger M. A prospective study of some effects of aircraft noise on cognitive performance in schoolchildren. Psychol Sci 2002; 13: 469–74.
59 Bronzaft AL . The effect of a noise abatement program on reading ability. J Environ Psychol 1981; 1: 215–22.
60 Lercher P, Evans GW, Meis M. Ambient noise and cognitive processes among primary schoolchildren. Environ Behav 2003; 35: 725–35.
61 Stansfeld S A, Berglund B, Clark C, et al, for the RANCH study team. Aircraft and road traffi c noise and children’s cognition and health: a cross-national study. Lancet 2005; 365: 1942–49.
62 Clark C, Martin R, van Kempen E, et al. Exposure-effect relations between aircraft and road traffi c noise exposure at school and reading comprehension: the RANCH project. Am J Epidemiol 2006; 163: 27–37.
63 Berglund B, Lindvall T, Schwela DH. Guidelines for Community Noise. World Health Organization (WHO), Geneva, 1999. http:// whqlibdoc.who.int/hq/1999/a68672.pdf (accessed July 11, 2013).
64 Dang-Vu TT, McKinney SM, Buxton OM, Solet JM, Ellenbogen JM. Spontaneous brain rhythms predict sleep stability in the face of noise. Curr Biol 2010; 20: R626–27.
65 Basner M, S amel A, Isermann U. Aircraft noise eff ects on sleep: application of the results of a large polysomnographic fi eld study. J Acoust Soc Am 2006; 119: 2772–84.
66 Basner M, M üller U, Griefahn B. Practical guidance for risk assessment of traffic noise eff ects on sleep. Appl Acoust 2010; 71: 518–22.
67 Brink M, Basner M , Schierz C, et al. Determining physiological reaction probabilities to noise events during sleep. Somnologie 2009; 13: 236–43.
68 Cassel W, Ploch T , Griefahn B, et al. Disturbed sleep in obstructive sleep apnea expressed in a single index of sleep disturbance (SDI). Somnologie 2008; 12: 158–64.
69 Basner M. Nocturn al aircraft noise increases objectively assessed daytime sleepiness. Somnologie 2008; 12: 110–17.
70 Elmenhorst EM, El menhorst D, Wenzel J, et al. Effects of nocturnal aircraft noise on cognitive performance in the following morning: dose-response relationships in laboratory and field. Int Arch Occup Environ Health 2010; 83: 743–51.
71 Jarup L, Babisch W, Houthuijs D, et al, and the HYENA study team. Hypertension and exposure to noise near airports: the HYENA study. Environ Health Perspect 2008; 116: 329–33.
72 Night noise guidelines for Europe. World Health Organisation (WHO), Copenhagen, Denmark, 2009. http://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0017/43316/E92845.pdf
(accessed July 11, 2013).
73 Busch-Vishniac IJ , West JE, Barnhill C, Hunter T, Orellana D, Chivukula R. Noise levels in Johns Hopkins Hospital. J Acoust Soc Am 2005; 118: 3629–45.
74 Hagerman I, Rasmanis G, Blomkvist V, Ulrich R, Eriksen CA, Theorell T. Influence of intensive coronary care acoustics on the quality of care and physiological state of patients. Int J Cardiol 2005; 98: 267–70.
75 Parthasarathy S, Tobin MJ. Sleep in the intensive care unit. Intensive Care Med 2004; 30: 197–206.
76 Xie H, Kang J, Mi lls GH. Clinical review: The impact of noise on patients’ sleep and the effectiveness of noise reduction strategies in intensive care units. Crit Care 2009; 13: 208.
77 Buxton OM, Ellenb ogen JM, Wang W, et al. Sleep disruption due to hospital noises: a prospective evaluation. Ann Intern Med 2012; 157: 170–79.
78 Messingher G, Ryherd EE, Ackerman J. Hospital noise and staff performance. J Acoust Soc Am 2012; 132: 2031.
79 Ryherd EE, Waye K P, Ljungkvist L. Characterizing noise and perceived work environment in a neurological intensive care unit. J Acoust Soc Am 2008; 123: 747–56.
80 Blomkvist V, Erik sen CA, Theorell T, Ulrich R, Rasmanis G. Acoustics and psychosocial environment in intensive coronary care. Occup Environ Med 2005; 62: e1.
81 Richardson A, Tho mpson A, Coghill E, Chambers I, Turnock C. Development and implementation of a noise reduction intervention programme: a pre- and postaudit of three hospital wards. J Clin Nurs 2009; 18: 3316–24.

No hay comentarios:

Publicar un comentario