La revolución digital comporta una reconversión industrial que también afecta al sector sanitario, y provocará un conjunto de cambios
La revolución digital comporta una reconversión industrial que también afecta al sector sanitario, y provocará un conjunto de cambios de entre los cuales podríamos destacar cuatro grandes áreas:
La substitución de la visita por más momentos de contacto entre el paciente y el profesional. Si un paciente sano tiene 2 o 3 momentos de contacto al año y un paciente crónico quizás 15 o 20, es razonable plantear un escenario futuro en que haya 300 o 500 momentos de contacto, ya que la tecnología permite que las constantes biométricas se envíen al profesional de forma automatizada y que éste pueda detectar y controlar los cambios. Este sistema cambiaría radicalmente el actual, hacia otros parámetros de sostenibilidad y a un aumento de la calidad de servicio, potenciando la medicina preventiva, y concentrando las visitas presenciales en aquellos casos en que realmente se precisa.
Este aumento de momentos de contacto da pie a un rediseño del servicio, y el sistema deberá adaptarse a otra forma de computar estos contactos y de relacionarse con el profesional. Deberemos cambiar procedimientos, criterios, parámetros, indicadores, sistemas de evaluación, políticas retributivas… y todo ello requerirá no sólo mucho tiempo, muchos años, sino además una metamorfosis de la industria farmacéutica y sanitaria, evolucionando desde un concepto de producto hacia otro de servicio.
Las prescripciones que hace el profesional. La receta deberá incluir, además de un apartado con la medicación o el tratamiento que debemos seguir, otro que indique dónde nos podemos informar y con quién podemos hablar. Los humanos somos animales sociales que ante una enfermedad buscamos información y apoyo. Esta será una manera de garantizar que el paciente acude a las fuentes de información correctas, ya que de lo contrario las buscará igualmente y sin garantías. La inquietud por saber más es casi inevitable, y los medios para hacer búsquedas existen aunque el ciudadano quizá no tenga forma de discriminar cuál es más fiable y cuál menos.
Y en cuanto a los grupos, es natural que la gente busque otras personas que sufren el mismo problema y lo compartan: hay miles de grupos en las redes sociales pero quizá sea el profesional quien deba indicar cuáles son los mejores y los mas serios. Esta prescripción es fácilmente pautable, y parece inevitable que las prescripciones médicas del futuro contemplen estos apartados.
La gestión de la reputación. La ciudadanía ya comenta en las redes sobre los profesionales de la salud, e incluso construye ránkings de médicos... y aún no existen los mecanismos de defensa de la reputación y del honor. Se deberán establecer los mecanismos de escucha activa para detectar las quejas más allá de los actuales circuitos formales. Hay que rediseñar la atención de quejas y asignar nuevos roles. ¿De quién es competencia este nuevo servicio de escucha activa en defensa del honor y de resolución de la incidencia?: del propio profesional, del centro hospitalario en el que trabaja, del colegio de médicos, de la administración…?
El cuarto aspecto, y fundamental, es la cuestión de los datos. La digitalización del sistema de salud genera un sistema de datos que aún no está claro cómo va a funcionar. La red de salud pública ya es capaz de saber en tiempo real cuántas enfermedades se han diagnosticada en uno u otro barrio y elaborar un mapa de salud que indique si una determinada afección aumenta o no respecto la media esperada por proyecciones de datos de años anteriores. Esta información puede enviarse o no a los despachos de farmacia, para que planifiquen el género que deberán suministrar; o a los laboratorios farmacéuticos, para que saquen sus conclusiones; o al propio paciente, para que mantenga su historia clínica digital personal.
En todo este tema de datos hay una línea muy fina con la gestión de la información y de la privacidad, así como con qué es público y abierto, o con qué datos deben ser libres y cuáles comercializables… y a qué precio.
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